Ponemos agua muy salada a hervir (más que el agua de mar). Si utilizamos agua de mar añadimos un poco de sal (no demasiada o lo estropeamos).
Cuando rompa a hervir añadimos el marisco (nécoras, percebes, caracolillos, etc), lo justo para que el agua les cubra. Cuando vuelva a hervir el agua, sacamos el marisco y lo cubrimos con un trapo para que sude y listo.
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